Ésta es la pregunta más común que me realizan algunos asistentes a mis conferencias tras finalizar mis intervenciones. El debate que se genera, y que facilito, lógicamente, entre los presentes en alguna conferencia, taller o ponencia, anima en ocasiones a que, después de lo visto y oído, a solicitar del ponente un producto concreto que le ayude a mejorar el conocimiento del medio videojuego.
Si se trata de un joven que ya juega, o no tan joven, la pregunta que realiza se vincula más a la solicitud de un título que amplíe aún más su horizonte de juego (al fin y al cabo, le piden un criterio a un historiador que juega).
Pero si se trata de un docente, que sólo tiene la idea relativa del fenómeno videojuego en lo que ha oído lejanamente y que acaba de ver proyectada en una presentación, la solicitud se ciñe a una petición de auxilio. ¿Qué les puedo ofrecer a mis alumnos, qué juego es el más indicado? Imposible una respuesta, pues lo primero que tenemos que tener claro es que la diversidad de productos no es nada con la diversidad de usuarios potenciales. No hay un juego para todos. Pero atención, sí puede haber un usuario para todos los juegos.
Pero yo siempre respondo que a mí me gustan todos los juegos que tengan trasfondo histórico (de todos aprendo y me divierto), y excluyo automáticamente los que me salen un mago echando rayos por las orejas.
Y hay usuarios que quieren esos rayos…
Imposible una respuesta. La única infalible es que el papel del docente como guía es igual de básico que siempre. Porque además, es verdad.
JF. Jiménez